Esta belleza de alma y cuerpo fue, es y será mi buenísima e inteligente madre. Todos decimos lo mismo de nuestras madres y es natural. Yo digo poco por no ofender a nadie. Fue extraordinaria. Está presente y jamás me abandonará. Intentaré coger su testigo pero nunca podré repetirla. Es, sencillamente, irrepetible
Te quiero, madre mía. Te lo dije mucho en vida y te lo digo en esta nueva etapa. Nada ha cambiado, el hilo no se ha roto, estás solamente al otro lado. Y si te queremos no debemos llorar. Seguiré los consejos del gran San Agustín y te llamaré como te llamaba, te hablaré como te hablaba, reiré como reía, ta amaré como te amaba. ¿ Acaso voy a amarte menos por no verte ?
Hasta luego, madre. Besos.
